400390101. Editorial

Es más importante el puente, que las orillas

Sin duda Babbage, Hollerith, von Neumann, Turing, Marconi, Tesla, Kahn y Cerf estarían orgullosos (algunos todavía lo están) de ver el fruto de toda una vida de trabajo e ideas brillantes, convertido en un red de comunicaciones global. Y no necesariamente hablo de Internet.

Sin duda, la Red es el nexo de unión principal entre muchos puntos, pero las comunicaciones de datos van más allá. Las redes inalámbricas de corta distancia (Bluetooth), medio alcance (WiFi) y gran alcance (WLAN) surgen por doquier y los cables, cual proscritos de la computación moderna, se baten en retirada constante.

Sin duda, tanto el ser humano como los ordenadores son animales sociales. Necesitan compañía para funcionar mejor.

Es como si el constante flujo de información, de un lado para otro, mantuviera pulsando el virtual corazón de este sistema nervioso gigantesco. Desafiando la entropía, los datos siguen enviándose de un lugar a otro, transportando conocimientos, información y pensamientos. Sin conocer un idioma concreto y aún así dominándolos todos, los paquetes de datos cruzan sistemas y protocolos por todo el mundo, para llegar a su destino.

Viajes laberínticos por los cinco continentes para acabar en el otro extremo del planeta o simplemente el pueblo vecino. En comunicaciones, por Tierra, Mar y Aire, sin duda a veces es más importante el puente, que las orillas.